Fiesta del Corazón Eucarístico de Jesús - Jueves después de la octava del Corpus Christi
La Eucaristía es la prueba más palmaria del amor que Jesús tuvo y sigue teniendo a los hombres. En ella tenemos el memorial de su Pasión y el amor viviente de Jesús, que a diario se aplica a nuestras almas, pues Él mismo está corporalmente presente en todas las partes del globo. Por eso la Iglesia honra de un modo especial al Sagrado Corazón de Cristo Jesús en esta manifestación de amor que compendia todas las demás. «La razón particular y el objeto de esta fiesta, que tiene su oficio y misa propios, es conmemorar el amor de nuestro Señor Jesucristo en el Sacramento de la Eucaristía. Quiere la Iglesia por este medio excitar más y más a los fieles a que se acerquen confiados a este santísimo Misterio, y que los corazones ardan cada día más y más en las llamas de divina caridad que abrasaban al Sagrado Corazón de Jesús, cuando, por su infinito amor, instituyó la santísima Eucaristía, en que ese mismo divino Corazón los guarda y los ama, viviendo y morando con ellos, como ellos viven y moran en Él. Porque en este Sacramento de la divina Eucaristía, Jesús se ofrece y se da a nosotros como víctima, y compañero, y alimento, y viático, y prenda de la gloria futura» (Benedicto XV, 9 Nov. 1921). Honremos hoy a Jesús, a Jesús sacerdote, ya que le venimos honrando como Hostia durante el solemne octavario que siguió a la fiesta del Corpus Christi. Sabiendo Jesús que su hora era llegada de pasar de este mundo al Padre, después de de haber amado a los suyos, que estaban en el mundo, amólos hasta el fin, aleluya, aleluya. — Salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha obrado maravillas. ℣. Gloria al Padre… Oh Señor Jesucristo, que, en tu inmenso amor a los hombres, instituiste el Sacramento Eucarístico: te pedimos nos des amar tu amantísimo Corazón, y podamos usar siempre dignamente de tan gran Sacramento. Tú que vives y reinas. Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Efesios (3, 19). (Is. 12, 6) Habitantes de Sión, exultad y alabad, porque el Santo de Israel es grande en medio de vosotros. ℣. Pregonad en las naciones estas maravillas. ℣. (Zach. 9, 17) ¿Qué tiene Dios de mejor y más hermoso que el trigo de los elegidos y el vino que engendra vírgenes? Aleluya. Continuación del Santo Evangelio según S. Lucas (22, 15-20). (Misal Diario y vesperal – Dom Gaspar Lefebvre O.S.B., 1951, pág. 1910)
Índice de la página
Consideraciones
Liturgia de la Misa
INTROITO
COLECTA
EPISTOLA
Hermanos: A mí, el último de todos los santos (fieles), se me dió esta gracia de anunciar en las naciones las riquezas investigables de Cristo y de ilustrar a todos los hombres, descubriéndoles la dispensación del misterio, que después de tantos siglos había estado en el secreto de Dios, creador de todas las cosas, con el fin de que en la Iglesia se manifieste a los principados y potestades en los cielos, la multiforme sabiduría de Dios, según el eterno designio, que puso en ejecución por medio de Jesucristo nuestro Señor, por quien, mediante la fe en Él, tenemos confianza y acceso libre a Dios. Por tanto, os ruego que no caigáis de ánimo en vista de tantas tribulaciones como sufro por vosotros; pues ellas son para vuestra gloria. Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, del cual proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra; para que, según las riquezas de su gloria, os conceda por su Espíritu el ser fortalecidos en virtud en el hombre interior, y el que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, estando arraigados y cimentados en la caridad, a fin de que podáis comprender con todos los Santos, cuál sea la anchura y longitud y la altura y profundidad de este misterio; y conocer también aquel amor de Cristo a nosotros que sobrepuja a todo conocimiento, para que seáis plenamente colmados de todos los dones de Dios.GRADUAL
Aleluya, aleluya.
EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque Yo os digo que no la volveré más a comer hasta la Pascua perfecta, celebrada en el reino de Dios. Y tomando una copa, dió gracias y dijo: Tomad y repartidla entre vosotros, porque os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. Luego tomó el pan, y habiendo dado gracias, partiólo y se lo dió, diciendo: Éste es mi Cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía. Lo mismo hizo con la copa, después de cenar, diciendo: Este cáliz es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, la cual será por vosotros derramada.