**2º Domingo de Adviento

– Jesús alaba a San Juan Bautista**

«Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados...»

Ven, pues, oh Mesías, a restaurar la armonía primitiva; pero dígnate recordar que, sobre todo, esta armonía quedó destruida en el corazón del hombre; ven a curar este corazón, a tomar posesión de esta Jerusalén, objeto indigno deTu predilección. Durante mucho tiempo ha estado cautiva en Babilonia; sácala ya de la tierra extranjera. Reconstruye su templo; y que la gloria de este segundo templo sea mayor que la del primero, por el honor que Tú le harás habitándole, no en imagen sino en persona. El Angel sSo dijo a María: El Señor Dios dará a Tu hijo el trono de Su padre David; y reinará por siempre en la casa de Jacob, y Su reino no tendrá fin. ¿Qué podemos hacer nosotros, oh Jesús, si no es decir como el discípulo amado al fin de su profecía: ¡Amén! ¡Así sea! ¡Ven, Señor Jesús!?

Introito

Pueblo de Sión; he aquí que el Señor vendrá a salvar las gentes, y el Señor hará oír la gloria de Su voz en la alegría de vuestro corazón. Salmo: Tú, que riges a Israel, atiende: Tú que conduces a José como una oveja. — Gloria al Padre.

Oración

Excita, Señor nuestros corazones a preparar los caminos de Tu Unigénito: para que podamos servirte con nuestras almas purificadas con la venida de Aquel que contigo vive y reina…

Epístola

Lección de la Epístola del Apósol S. Pablo a los Romanos: (XV, 4-13.)

Hermanos: Todo lo que se ha escrito, ha sido escrito para nuestra enseñanza: para que, por la paciencia y el consuelo de las escrituras, tengamos esperanza. Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os conceda la gracia de sentir todos lo mismo, según Jesucristo, para que, unánimes, glorifiquéis con una sola boca al Dios y al Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, sobrellevaos los unos a los otros, como también Cristo os sobrellevó, para gloria de Dios. Digo, pues, que Cristo Jesús fue hecho ministro de la Circuncisión por la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los Patriarcas, y para que los gentiles glorifiquen también a Dios por Su misericordia, como está escrito: Por ello, Señor, Te confesaré entre los gentiles y cantaré a Tu nombre. Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con Su pueblo. Y otra vez: Gentes todas, alabad al Señor; magnificadle, pueblos todos. Y de nuevo dice Isaías: Estará la raíz de Jesé y El que surgirá para regir las gentes: las gentes esperarán en El. El Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en la esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

Reflexión sobre la Epístola

Tened, pues, paciencia, Cristianos; aumentad vuestra esperanza y gustaréis al Dios de paz, que va a venir a vosotros. Pero permaneced unidos de corazón los unos con los otros; porque ésa es la señal de los hijos de Dios. Nos dice el Profeta que el Mesías hará habitar juntos al lobo y al cordero; pues ahora el Apóstol nos Lo muestra reuniendo en una sola familia al Gentil y al Judío. ¡Gloria sea a este Rey soberano, renuevo floreciente de la vara de Jesé y que nos ordena esperar en El! Otra vez la Iglesia nos advierte que va a aparecer en Jerusalén:

Gradual

De Sión, perfección de hermosura, vendrá manifiestamente Dios. – Reunid en torno de El a Sus santos, los que hicieron con El pacto con sacrificios. Aleluya, aleluya. – Me alegré con los que me decían: Iremos a la casa del Señor. Aleluya.

Evangelio

Continuación del Evangelio según San Mateo. (XI, 2-10.)

En aquel tiempo, habiendo oído Juan en la prisión las obras de Cristo, Le envió dos de sus discípulos para decirle: ¿Eres Tú El que ha de venir, o esperamos a otro? Y, respondiendo Jesús, les dijo: Id y contad a Juan lo que habéis oído y visto: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y bienaventurado el que no se escandalizare de Mí. E, idos ellos, comenzó Jesús a decir a las gentes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre muellemente vestido? He aquí, que los que visten muellemente, habitan en las casas de los reyes. Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? También os digo, y más que un profeta. Porque éste es de quien se ha escrito: He aquí que Yo envío Mi heraldo delante de Tu faz, el cual preparará Tu vía delante de Ti.

Reflexión sobre el Evangelio

Eres Tú, oh Señor, El que debe venir, y no debemos esperar a otro. Estábamos ciegos, Tú nos has iluminado; nuestros pasos eran vacilantes, Tú los has asegurado; nos cubría la lepra del pecado, Tú nos has curado; éramos sordos a Tu voz, Tú nos has devuelto el oído; estábamos muertos por el pecado, Tú nos has levantado del sepulcro; finalmente, éramos pobres y abandonados, Tú has venido a consolarnos. Tales han sido y tales serán los frutos de Tu visita a nuestras almas, oh Jesús, visita silenciosa pero eficaz; visita de la que nada sabe la carne ni la sangre, pero que se realiza en un corazón movido por la gracia. Ven, pues, a mi, ¡oh Salvador! Ni Tu humillación ni Tu intimidad me han de servir de escándalo; porque Tus operaciones en las almas demuestran palpablemente que son de un Dios. Si no las hubieses creado, tampoco podrías sanarlas.