LA VIGILIA PASCUAL

La Résurrection de Jésus

INTRODUCCIÓN A LA VIGILIA PASCUAL

(Para leer en particular)

La Vigilia Pascual que pronto comenzará, es la cúspide más elevada de toda la liturgia cristiana. Siguiéndola con atención y piedad, ella dejará grandes riquezas espirituales en nuestros corazones, con las cuales nuestra alma podrá nutrirse todo a lo largo del año litúrgico. Esta santa Vigilia, es la víspera del recuerdo. Ella nos trae a la memoria la salida de Egipto, cuando los Hebreos fueron liberados por el paso del Angel exterminador, después de haber marcado con la sangre del cordero la puerta de sus casas. Entonces pudieron partir hacia la tierra Prometida, atravesando el Mar Rojo, mientras que los egipcios que los perseguían fueron engullidos. Pero ante todo, la Vigilia Pascual nos recuerda el paso de Nuestro Señor Jesucristo por este mundo, de Su vida terrestre a Su vida gloriosa, siendo esta la verdadera Pascua.

Consecuentemente, nos hace recordar nuestra propia liberación, incluso en la de Jesús puesto que es nuestra Cabeza y somos miembros de Su Cuerpo. La Iglesia que renueva cada año el recuerdo de los acontecimientos de la vida del Salvador, a fin de que podamos tomar parte en ella, celebra en esta santísima noche el triunfo de Jesús, vencedor del pecado y de la muerte, la resurrección de Jesús, siendo el acontecimiento más glorioso de Su existencia en este mundo, la prueba la más manifiesta de Su divinidad, la base de nuestra fe. Todo es símbolo durante esta vigilia. La Iglesia que bendice todos los objetos de la cual se sirve para el culto divino, implorará la bendición de Dios sobre el fuego nuevo que sacará del pedernal y del cual se servirá para encender el Cirio pascual, para recordar que Jesucristo, luz del mundo, resurgió vencedor de la muerte y de la piedra del sepulcro. Las palabras de bendición pronunciadas sobre el Cirio pascual, enseña bien que este Cirio es la figura del Salvador resucitado. «El Cristo, ayer y hoy, principio y fin, a quien pertenecen el tiempo y la eternidad; a El gloria y honor por los siglos de los siglos.» Los cinco granos de incienso, clavados en la cera, figuran las llagas gloriosas que quedaron visibles en las manos, pies y costado de Cristo resucitado.

El Cirio pascual encendido, es el Salvador que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, y las tinieblas que nos rodean son la imagen de las tinieblas del pecado que envolvían el mundo antes de la venida del Redentor. La procesión de la Luz, recuerda la marcha de los Hebreos hacia la Tierra Prometida, y sobre todo la marcha del pueblo cristiano hacia el cielo, en pos de Jesús nuestro Jefe. Los celebrantes y los monaguillos encienden sus cirios en la llama del Cirio Pascual, para simbolizar la luz de Cristo que se divide, y viene a nosotros por medio de la Jerarquía de la Santa Iglesia.

Los cirios encendidos de los fieles y la luz que derraman a todos los lugares en la Iglesia nos recuerda nuestra propia resurrección espiritual y nos advierte que somos «luz con Cristo». (Ef. 5, 8) En fin al término de la procesión el diácono nos invita a alabar al Señor y a regocijarnos de nuestra salvación, simbolizada por el paso de los Hebreos a través del Mar Rojo y realizado por Cristo, que pasa de la tumba donde yacía, a la gloria de la Resurrección. Las lecturas concernientes al Bautismo que nos libra del pecado, nos recordaran la grandeza de nuestra dignidad de hijos de Dios, la confianza que debemos tener en Su Palabra; las recompensas del cristiano fiel a sus santas promesas y los castigos reservados a los cristianos infieles.

La invocación de los Santos nos dispone a renovar con fervor los santos votos de nuestro bautismo, y la Iglesia termina suplicando a Dios de derramar Su bendición universal sobre toda Su Creación, sobre el pueblo cristiano y la humanidad entera. Para nosotros, la Vigilia pascual o la Resurrección de Jesucristo es pues más que un recuerdo y es precisamente la prenda del retorno glorioso de Jesús, como El mismo lo anunció solemnemente delante de Sus enemigos durante Su Santa Pasión, y tal como lo han profetizado los Angeles el día de Su Ascensión: «Verán un día al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder divino y viniendo sobre las nubes del cielo...». (San Mateo 26, 26) A ejemplo de Nuestro Salvador que muestra resurrección moral sea definitiva. Que la Comunión del Cuerpo y Sangre del verdadero Cordero pascual que fue inmolado por nuestra salvación nos sostenga en nuestra determinación de vivir plenamente las enseñanzas de la Santa Iglesia, de tal modo que conquistemos la recompensa eterna del cielo, donde según el Santo Apóstol, «seremos con el Señor por siempre...» (I Tes. 4, 17)

Gracia que pedimos por la gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.


CELEBRACIÓN NOCTURNA DE LA VIGILIA PASCUAL

CELEBRACIÓN DE LA LUZ

1. BENDICIÓN DEL FUEGO NUEVO

Se apagan todas las luces de la iglesia. Las candelas y los farolillos se prenderán
sólo al principio de la misa.

Los acólitos llevan la Cruz, agua bendita e incienso y se colocan donde los fieles puedan seguir mejor el rito sagrado, ante la misma puerta o en el interior del templo. Entretanto, sacan fuego del pedernal y encienden carbones. Detrás de la iglesia, el celebrante revestido de la estola y de la capa doradas se coloca delante de la mesa donde es depositado el Cirio pascual. Con un encendedor, enciende un pequeño cirio y bendice este fuego nuevo diciendo:
V/. Dóminus vobíscum.
R/. Et cum spíritu tuo.
Orémus. ¡Oh Dios!, que por medio de Vuestro Hijo, que es la piedra angular, comunicasteis a Vuestros fieles el fuego de Vuestra claridad, santificad este nuevo fuego sacado de la piedra, y que ha de servir para nuestros usos, y concedednos que, de tal modo nos inflamemos en deseos celestiales en estas fiestas pascuales, que merezcamos llegar con almas puras a las fiestas de la luz perdurable. Por el mismo Cristo Señor nuestro.
R/. Amén.

El celebrante asperja por tres veces el nuevo fuego con agua bendita sin decir nada. Pone incienso en el incensario y lo inciensa igualmente tres veces.

2. BENDICIÓN DEL CIRIO PASCUAL

Con un punzón, el celebrante graba en el cirio pascual, una cruz, las letras Alpha y Omega (primera y última letra del alfabeto griego) y las cifras del año en curso. Al grabar el trazo vertical de la cruz dice:
Cristo ayer y hoy.
Al grabar el trazo horizontal: Principio y fin.
Al grabar las dos letras griegas: Alfa y Omega
Al grabar el año en curso:
2 - De Él son los tiempos
0 - Y los siglos
2 - A Él la gloria y el imperio
5 - Por todos los siglos de la eternidad.
R/. Amén.

Terminada la incisión de la cruz y de los demás signos, el diácono ofrece al sacerdote los granos de incienso. El ce- lebrante los bendice y los asperja tres veces y tres veces los inciensa sin decir nada. Después clava los cinco granos en los lugares preparados para ello diciendo entretanto: En el agujero de arriba dice:
Por Sus santas heridas,
En el agujero del centro: gloriosas,
En el agujero de abajo: nos guarde
En el agujero de izquierda: y conserve
En el agujero de derecha: Cristo, nuestro Señor. Amén.
El celebrante toma una pequeña vela encendida en el fuego nuevo, y enciende con ella el cirio pascual, diciendo:
La luz de Cristo que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y de la mente.
Luego bendice el cirio pascual diciendo:
V/. Dóminus vobíscum.
R/. Et cum spíritu tuo.
Oremos. - Os rogamos, Dios omnipotente, que descienda sobre este cirio encendido, la generosa abundancia de Vuestra bendición, y Vos, que sois invisible regenerador, encended esta luz, que nos ha de alumbrar esta noche, a fin de que no sólo el sacrificio que en esta noche se celebra, resplandezca con la misteriosa participación de Vuestra Luz, sino que en cualquier lugar, donde fuese llevado, algo de este misterio de santificación, expulsada la malicia de los engaños del diablo, nos acompañe el poder de Vuestra Majestad. Por Cristo Nuestro Señor.
R/. Amén.

SOLEMNE PROCESIÓN DE LA ENTRADA DEL CIRIO PASCUAL

El templo se halla en la oscuridad, alumbrándolo únicamente el cirio pascual, símbolo de Cristo. Precede la cruz procesional. El diácono, con dalmática blanca, lleva el gran cirio, siguiéndole el clero, camino hacia el altar mayor. Tanto el clero como cada uno de los fieles llevan en la mano un cirio que se encenderá en el momento oportuno.
La lenta procesión se para tres veces:: — Primera parada: Entrado en la iglesia el diácono, de pie, eleva el cirio y canta:

V/. Lumen Christi.
Toda la asistencia, de cara al cirio, hace la genuflexión y responde:
R/. Deo grátias.
— El celebrante enciende su propia vela del Cirio pascual. (Significa que Jesús iluminó primero a Sus Apóstoles). Segunda parada: Avanzando hasta la mitad de la iglesia, el diácono canta allí de igual manera, en voz más alta:
V/. Lumen Christi.
Toda la asistencia, de cara al cirio, hace la genuflexión y responde por la segunda vez:
R/. Deo grátias.
Se encienden entonces del Cirio pascual los cirios del clero. (Significa que después de los apóstoles fueron iluminados sus sucesores.) Tercera parada: Avanzando por tercera vez ante el altar, en medio del coro, el diácono canta de nuevo, en voz todavía más alta:
V/. Lumen Christi.
Toda la asistencia, de cara al cirio, hace la genuflexión y responde por la tercera vez:
R/. Deo grátias.
Si el sacerdote oficia sólo, es él quien lleva el cirio y canta por tres veces Lumen Christi. Se encienden entonces del Cirio pascual las velas de los fieles y todas las luminarias de la iglesia. (Significa que, después de los Apóstoles y sus sucesores, Jesús iluminó a todos los pueblos.) Entonces el sacerdote se coloca en el coro, del lado de la Epístola; el subdiácono, con la cruz, queda de pie del lado del Evangelio. El diácono coloca el Cirio Pascual sobre un candelero de honor en medio del Coro, delante del altar. Toma el libro y pide la bendición al celebrante, diciendo:
El diácono: Bendíganme Padre.
El celebrante: El Señor esté en su corazón y en sus labios, para que pueda anunciar dignamente y como se debe Su mensaje de Pascua. En el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
A continuación el diácono va al facistol inicia el canto del “Exultet” durante el cual todos se mantienen de pie y con sus velas encendidas en las manos, escuchan devotamente y con respeto el sublime anuncio de la Pascua cristiana.

INVITACIÓN A ALABAR AL SEÑOR:

Exulte ya la angélica turba de los cielos; exulten los divinos misterios, y por la victoria de Rey tan grande, resuene la trompeta de salvación. Alégrese también la tierra, radiante de tanta luz, e iluminada con el esplendor del Rey eterno, sienta haberse ya disipado la oscuridad que tenía encubierto antes al mundo. Alégrese también nuestra Madre la Iglesia, adornada con los fulgores de tanta luz; y resuene este recinto con las festivas voces de los pueblos. Por lo que vosotros, hermanos carísimos, que asistís a la maravillosa claridad de tan santa luz, unidos conmigo, invocad la misericordia del Dios omnipotente, para que, pues se dignó no por mis méritos, agregarme al número de los diáconos, difundiendo la claridad de su luz, pueda cantar las alabanzas de este cirio. Por nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo, que con El vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. R/. Amén.

Todos apagan sus velas y se encienden las luces de la capilla.

Si el sacerdote oficia sólo, coloca el Cirio en medio del coro, toma el libro del atril y se arrodilla al pie del altar diciendo: Bendecidme, Señor. El Señor esté en mi corazón y en mis labios para anunciar dignamente y como se debe Su mensaje de Pascua. Amén.

PRIMERA LECTURA (Génesis 1. 1-31; 2. 1-2)

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era confusión y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo y el Espíritu de Dios flotaba sobre las aguas. Y dijo Dios: «¡Hágase la luz!» E hízose la luz. Y vio Dios que era buena la luz, y separó la luz de las tinieblas; y llamó a la luz día; y alas tinieblas, noche. Y atardeció y luego amaneció; día primero.

Dijo también Dios: «Hágase un firmamento en medio de las aguas, y separe unas de otras.» Hizo, pues, Dios el firmamento, separando las aguas que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento, cielo. Y atardeció, y luego amaneció: día segundo.

Dijo luego Dios: «Reúnanse las aguas de debajo de los cielos en un lugar, y aparezca lo seco,» y así fue. Y llamó Dios a lo seco, tierra; y a la reunión de las aguas mares. Y vio Dios que quedaba bien.

Luego dijo Dios: «Brote la tierra hierba verde y dé semilla y árboles frutales, cada cual con su fruto según su especie y con su simiente, sobre la tierra.» Y así fue. Brotó, en efecto, la tierra verde hierba, plantas con simientes según su especie, y árboles frutales, con su semilla cada cual, según su especie. Y vio Dios que estaba bien. Y atardeció, y luego amaneció: día tercero.

Dijo entonces Dios: «Haya lumbreras en el firmamento de los cielos, y dividan el día de la noche y sirvan de señales para indicar estaciones, días y años; para que luzcan en el firmamento del cielo y alumbre la tierra.» Y fue así. Hizo, pues, Dios, las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor, para presidir el día y la lumbrera menor para presidir la noche; y las estrellas. Y las puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra y para que presidieran al día y la noche y dividiesen la luz de las tinieblas. Y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y luego amaneció; día cuarto.

Dijo luego Dios: «Produzcan las aguas reptiles vivientes y aves que vuelan sobre la tierra bajo el firmamento celeste.» Y creó Dios los grandes peces, y todos los animales que viven y se mueven, producidos por las aguas según sus especies y así mismo todo volátil según su género. Y vio Dios que lo hecho era bueno. Y los bendijo, diciendo: «Procread y multiplicaos, y llenad las aguas del mar, y multiplíquense las aves sobre la tierra.» Y atardeció y luego amaneció: día quinto.

Dijo Dios después: «Produzca la tierra seres vivientes según su especie: ganados, reptiles y bestias salvajes, según sus especies.» Y así fue. Hizo, pues, Dios las bestias salvajes conforme a sus especies y los ganados y todo reptil de la tierra según su género. Y vio Dios que estaba bien.

Dijo entonces Dios: «Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra, y presida a los peces del mar, a las aves del cielo, a los ganados y a toda la tierra y a todo reptil que se mueve en el suelo.» Y creó Dios al hombre a imagen Suya; creólos Dios a Su imagen; macho y hembra los creó. Y les bendijo Dios y dijo: Procread y multiplicaos, y poblad la tierra, y enseñoreaos de ella, y dominad a los peces del mar y a las aves del aire y a todos los animales que se mueven sobre la tierra. Dijo también Dios: Mirad que os doy toda planta que trae su semilla sobre la tierra y todas las plantas que tienen en sí mismas semilla de su especie, para que os sirvan de alimento; y a todas las bestias salvajes de la tierra y a toda ave del aire y a todos cuantos serpean sobre el suelo con aliento vital, señaló de comida toda hierba verde. Y así fue. Miró entonces Dios todo cuanto había hecho, y estaba muy bien. Y atardeció, y luego amaneció: día sexto.

Y así fueron acabados los cielos y la tierra con todo su ornato. Y terminada en el día sexto la obra que había hecho, descansó Dios el séptimo día de todas las obras que había hecho.

Al fin de cada lectura, o después del cántico, se dice las oraciones de esta manera: todos se ponen de pie, el sacerdote dice Orémus, el diácono Flectamus génua, y todos hacen una genuflexión. Cuando el diácono dice: Leváte, todos se levantan, y el sacerdote dice la oración.

(De pie) Orémus.
(Genuflexión) Flectámus génua.
(De pie) Leváte.
Orémus: - ¡Oh Dios!, que de un modo admirable creasteis al hombre, y más admirablemente aún le redimisteis: Os suplicamos nos concedais resistir constantemente a los atractivos del pecado, para que merezcamos llegar a los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.
R/. Amén.

SEGUNDA LECTURA (Exodo 14, 24-31; 15,1)

El pueblo de Israel, librado de la esclavitud de Egipto y quiado por Moisés hacia la tierra de promisión, atraviesa el mar Royo, que abre ante sus pasos el soplo de Dios. De igual modo, la Iglesia, nuevo Israel, librada de la esclavitud del pecado, avanza hacia la tierra eterna de los santos a través de las aguas bautismales fecundadas por el soplo del Espíritu divino y bajo la conducta de Cristo, nuevo Moisés.

En aquellos días: Era la vigilia matutina, cuando el Señor, mirando por la columna de fuego y de nube sobre los escuadrones de los egipcios, desbarató su ejército y trastornó las ruedas de los carros, y eran llevados al abismo. Dijeron, pues, los egipcios: «Huyamos de Israel, pues el Señor lucha por él contra nosotros.» Y dijo el Señor a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar para que se reúnan las aguas sobre los egipcios, sobre sus carros y caballos. Y cuando Moisés extendió la mano sobre el mar, volvióse éste a su sitio al rayar el alba; y huyendo los egipcios, volvieron las aguas, y el Señor los envolvió en medio de las olas. Y volviendo las aguas sumergieron carros y caballería de todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar en pos de Israel; sin quedar ni uno en salvo. Mas los hijos de Israel marcharon por medio del mar a pie enjuto, teniendo las aguas por muro a derecha e izquierda, librando el Señor a Israel en aquel día de mano de los egipcios. Y vieron en la orilla del mar los cadáveres de los egipcios, y reconocieron la mano fuerte que el Señor había descargado contra ellos; y temió el pueblo al Señor, y creyó al Señor y a Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un himno al Señor, y dijeron:

Cántico. Cantemos al Señor, porque ha hecho brillar Su gloria; ha precipitado en el mar a caballo y caballero. El Señor es mi fortaleza y mi protector para salvarme. Y. Este es mi Dios, y yo Le honraré; el Dios de mis padres, a quien ensalzaré. V/. El Señor deshace las guerras; tiene por nombre el Señor.

(De pie) Orémus.
(Genuflexión) Flectámus génua.
(De pie) Leváte.
¡Oh Dios!, cuyas maravillas sentimos también brillar en nuestros siglos, pues lo que en otro tiempo hicisteis con el poder de Vuestra diestra, liberando a un solo pueblo de la persecución de los egipcios, eso lo obráis aun hoy día, salvando a las gentes por las aguas del bautismo; conceded que el mundo entero pase a la filiación de Abraham y a la israelítica dignidad. Por nuestro Señor Jesucristo. R/. Amén.

TERCERA LECTURA (Exodo 14 24-31; 15, 1)

La Iglesia, lugar de la presencia divina, es la viña escogida del Señor, en la que crecen estas santas “reliquias, o sea, la asamblea de los bautizados, lavados en el agua que regenera e inscritos para la vida eterna en la nueva Jerusalén.
En aquel día brotará el vástago del Señor con magnificencia y gloria, y el fruto de la tierra será sublime y motivo de exultación para los que se salvaron de Israel. Y sucederá que todo aquél que permanezca en Sión, y quede en Jerusalén, será llamado santo: todo el que está inscrito para la vida en Jerusalén. Y esto acaecerá cuando haya limpiado el Señor las inmundicias de las hijas de Sión, y lavado la sangre con que está manchada Jerusalén, por el espíritu de justicia y el Espíritu de ardor. Y creará el Señor sobre todos los lugares del monte de Sión y donde es invocado, una nube de día, y humo: un resplandor de fuego con llama, de noche; y sobre todo el templo, Su protección. Y el tabernáculo servirá para seguridad y refugio contra la tempestad y la lluvia. Cántico. Adquirió mi amado una viña en un lugar fértil. V/. Y la cercó de pared y de foso; y plantó la viña de Soreq, y edificó una torre en medio de ella. V/. Y cavó un lagar en ella; La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel.

(De pie) Orémus.
(Genuflexión) Flectámus génua.
(De pie) Leváte.
¡Oh Dios!, que por boca de Vuestros santos profetas manifestasteis ser, en todos los hijos de Vuestra Iglesia, sembrador de la buena semilla en todo lugar de dominación, y cultivador de los buenos sarmientos, conceded a Vuestros pueblos, a quienes habéis dado el nombre de viña y de mies, que, arrancada la maleza de las espinas y abrojos, sean fecundos en dignos frutos. Por nuestro Señor Jesucristo. R/. Amén.

CUARTA LECTURA (Deuteronomio 31, 22-30)

Al pueblo elegido por la alianza divina le recuerda Moisés sus graves deberes, en vísperas de trabajar, bajo la conducta de Josué, en la tierra de promisión. Igualmente, la Iglesia nos lo repite hoy a nosotros, nuevo pueblo de Dios por la alianza bautismal, en camino, en pos de Jesús, nuevo Josué, hacia la Jerusalén celestial.
En aquellos días escribió Moisés un cántico; y lo enseñó a los hijos de Israel. Y mandó el Señor a Josué hijo de Nun, y le dijo: «Ten valor y fortaleza: que tú has de introducir a los hijos de Israel en la tierra que les prometí, y Yo seré contigo.» Cuando Moisés hubo acabado de escribir las palabras de esta ley en un volumen, mandó a los levitas, portadores del Arca de la Alianza del Señor, diciendo:

«Tomad este libro y ponedio al lado del Arca de la Alianza del Señor, Dios vuestro, para que allí quede por testimonio contra ti. Porque yo conozco tu obstinación y tu duríima cerviz. Aun viviendo yo, y conversando con vosotros, siempre habéis sido rebeldes contra el Señor, ¿cuánto más en habiendo yo muerto? Reunidme a todos los ancianos de vuestras tribus, y a los doctores, y oirán la palabra que les voy a hablar, e invocaré contra ellos al cielo y a la tierra. Bien sé que después de mi muerte os portaréis perversamente, y os desviaréis presto del camino que os he enseñado; y que os sobrevendrán desdichas en los últimos tiempos, cuando pequéis delante del Señor y le irritéis con las obras de vuestras manos.» Pronunció pues, Moisés, escuchando toda la asamblea de Israel, las palabras de este cántico hasta acabarlo:
Cántico. Atiende, cielo, y hablaré; y oiga la tierra las palabras de mi boca. V/. Espérese como lluvia
mi palabra, y descienda cual rocío lo que digo. V/. Como rocío, sobre la hierba, y como nieve sobre el
heno, porque invocaré el Nombre del Señor. V/. Ensalzad la grandeza de nuestro Dios; perfectas son las obras de Dios y rectos todos sus juicios. V/. Dios es fiel, y en El no hay iniquidad; justo y santo es el Señor.

(De pie) Orémus.
(Genuflexión) Flectámus génua.
(De pie) Leváte.
Orémus: - ¡Oh Dios!, exaltación de los humildes y fortaleza de los justos, que quisisteis instruir a Vuestro pueblo por medio de Vuestro santo siervo Moisés, entonando Vuestro sagrado cántico, para que aquella repetición de Vuestra ley sirviese también para nuestro aleccionamiento; excitáis Vuestro poder sobre toda la plenitud de las gentes justificadas, y dadnos alegría, mitigando el terror; para que borrados los pecados de todos con Vuestro perdón, la amenaza del castigo se cambie en salvación. Por nuestro Señor Jesucristo. R/. Amén.

LETANÍAS DE LOS SANTOS

PRIMERA PARTE

Acabadas las lecturas, dos cantores entonan las letanías pero sin duplicarlas hasta la invocación Propitius esto, exclusivamente; toda la asamblea responde a cada invocación.

Kyrie eléison.
Christe, eléison.
Kyrie, eléison.
Christe, audi nos.
Christe, exáudi nos.
Pater de coelis, Deus, Miserére nobis.
Fili, Redemptor mundi Deus, Miserére nobis.
Spíritus Sancte, Deus, Miserére nobis.
Sancta Trínitas, unus Deus, Miserére nobis.
Señor, tened piedad de nosotros.
Cristo, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Cristo, oídnos.
Cristo, escuchadnos.
Dios Padre Celestial, tened piedad de nosotros.
Hijo, Redentor del mundo, tened piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, tened piedad de nosotros.
Santísima Trinidad un solo Dios, tened piedad de nosotros.

Sancta María, ora pro nobis.
Sancta Dei Génitrix,
Sancta Virgo Vírginum,
Sancte Míchael,
Sancte Gábriel,
Sancte Ráfael,
Sancti Angeli Custódes, oráte pro nobis.
Omnes Angeli et Archángeli, oráte pro nobis.
Omnes sancti beatórum Spírituum órdines, oráte pro nobis.
Sancte Joannes Baptista, ora pro nobis.
Sancte Joseph,
Sancte Jóachim,
Sancta Anna,
Omnes Sancti Pátriarchae et Prophetae, oráte pro nobis.
Sancte Petre, ora pro nobis.
Sancte Paule,
Sancte Andréa,
Sancte Joánnes,
Sancte Thoma,
Sancte Jacóbe,
Sancte Philíppe,
Sancte Bartholomaée,
Sancte Matthaée,
Sancte Simon,
Sancte Thadaée,
Sancte Mathía,
Sancte Bárnaba,
Sancte Luca,
Sancte Marce,
Omnes sancti Apóstoli et Evangelistae, oráte pro nobis.
Omnes sancte Discípuli Dómini, Oráte pro nobis.
Omnes sancte innocéntes, oráte oro nobis.
Sancte Stéphane, ora pro nobis.
Sancte Laurénti,
Sancte Vincénti,
Sancti Fabiáne et Sebastiáne, oráte oro nobis.
Sancti Joánnes et Paule, oráte pro nobis.
Sancte Cosma et Damiáne,oráte pro nobis.
Sancti Gervási et Protási, oráte pro nobis.
Sancti Mártyres Septemtrionális américae, oráte pro nobis.
Omnes sancti Mártyres, oráte pro nobis.
Sancte Silvéster, ora pro nobis.
Sancte Gregóri,
Sancte Ambrósi,
Sancte Augustíne,
Sancte Hierónyme,
Sancte Martíne,
Sancte Nicoláe,
Sancte Cárole Borromaée,
Sancte Pie Décime,
Omnes santi Pontifices et Confesóres, oráte pro nobis.
Sancte Thomas de Aquíno, ora pro nobis.
Sancte Joánnes a Cruce,
Sancte Francísce Salésii,
Sancte Ludóvice María,
Omnes sancti Doctóres, oráte pro nobis.
Sancte Antóni, ora pro nobis.
Sancte Benedícte,
Sancte Bernárde,
Sancte Domínice,
Sancte Francisce Assísii,
Sancte Bruno,
Sancte Vincénti de Paule,
Sancte Paule a Cruce,
Sancte Petre-Juliáne,
Sancte Joánnes Bósco,
Sancte Joánnes María,
Sancte Joánnes,
Sancte Gerarde Majélla,
Sancte Pascháli,
Omnes sancti Sacerdotes et Levítae, oráte pro nobis.
Omnes sancti Mónachi et Eremítae, oráte pro nobis.
Santa María, rogad por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de la vírgenes,
San Miguel,
San Gabriel,
San Rafaél,
Santos Ángeles custodios,
Santos Ángeles y Arcángeles,
Todas las santas órdenes de los Espíritus bienaventurados,
San Juan Bautista, rogad por nosotros,
San José,
San Joaquín,
Santa Ana,
Todos los santos patriarcas y profetas,
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomas,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomeo,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
Todos los santos apóstoles y evangelistas,
Todos los Santos discípulos del Señor,
Todos los santos Inocentes,
San Esteban,
San Lorenzo,
San Vicente,
San Fabián y San Sebastián,
San Juan y San Pablo,
San Cosme y San Damian,
Santos Gerver y Protasio,
Santos Mártires de la América del norte,
Todos los Santos Mártires,
San Silvestre.
San Gregario,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
San Martín,
San Nicola,
San Carlos Borromeo,
San Pío IX,
Todos los santos Pontífices y Confesores,
Santo Tomas de Aquíno,
San Juan de la Cruz,
San Francisco de Sales,
San Luis María de Montfort,
Todos los santos Doctores,
San Antonio,
San Benito,
San Barnardo,
Santo Domingo,
San Francisco de Asís,
San Bruno,
San Vicente de Paúl,
San Pablo de la Cruz,
San Pedro Julián Eymard,
San Juan Bosco,
San Juan María Vianey,
San Juan Eudes,
San Gerardo Majella,
San Pascual Bailón,
Todos los santos Sacerdotes y Levítas,
Todos los santos, Monjes y Ermitas,

Sancta María Magdaléna, ora pro nobis.
Sancta Ágatha,
Sancta Lúcia,
Sancta Agnes,
Sancta Caecília,
Sancta Catharína,
Sancta Anástasia,
Sancta Clara Assísii,
Sancta Colétta,
Sancta Germána,
Sancta Terérsia Albicéllae,
Sancta Terérsia a Jesu Infánte,
Sancta Joánna de Are,
Sancta María Bernárda,
Sancta Gemma Gálgani,
Omnes Sanctae Vírgines et Vídue, oráte pro nobis.
Omnes Sancti et Sanctae Dei, intercédete pro nobis.
Santa María Magdalena,
Santa Águeda,
Santa Lucía,
Santa Inés,
Santa Cecilia,
Santa Catalina,
Santa Anastasia,
Santa Clara de Asís,
Santa Coleta,
Santa Germana,
Santa Teresa de Ávila,
Santa Teresita del Niño Jesús,
Santa Juana de Arco,
Santa Maria Bernarda,
Santa Gema Galgani,
Todas la Vírgenes y Viudas,
Todos los Santos y Santas de Dios,

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO

El Sacerdote: **En esta sacratísima noche, hermanos amadísimos, la Santa Madre Iglesia, recordando la Muerte y Sepultura de Nuestro Señor Jesucristo, vela, reiterándole Su amor, y, esperando Su gloriosa resurrección, se alegra, llena de gozo.

Pero, como según enseña el Apóstol San Pablo, «fuimos sepultados juntamente con Cristo por el bautismo en la muerte, de igual manera que Cristo resucitó de entre los muertos, conviene que nosotros andemos con renovada vida, sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado junto con Cristo para que en adelante no sirvamos al pecado. Pensemos, pues, que estamos muertos al pecado y vivimos para Dios en Cristo Jesús, Señor Nuestro.» (Rom. 6, 4-11)
Por lo tanto, hermanos amadisimos, terminado el ejercicio de la cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, lo mismo que al mundo, que es enemigo de Dios, y prometimos servir fielmente a Dios en la santa Iglesia católica.
(de rodillas)
El Sacerdote:
¿Renunciáis a Satanás ?
Pueblo :
Sí, Renunciamos.
El Sacerdote :
¿Y a todas sus obras ?
Pueblo :
Sí, Renunciamos.
El Sacerdote :
¿Y a todas sus pompas ?
Pueblo :
Sí, Renunciamos.
El Sacerdote :
¿Creéis en Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra ?
Pueblo :
Sí, creemos.
El Sacerdote :
¿Creéis en Jesucristo, Su único Hijo, Nuestro Señor, que nació y padeció ?
Pueblo :
Sí, creemos.
El Sacerdote :
¿Creéis también en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna ?
Pueblo :
Sí, creemos.
El Sacerdote :
Ahora, pues, oremos juntos a Dios, como Nuestro Señor Jesucristo, nos enseñó a orar. :
Pueblo :
Padre nuestro...
El Sacerdote :
Y Dios omnipotente, Padre de Nuestro Jesucristo, que nos regeneró por el agua y por el Espíritu Santo y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde con Su gracia en el mismo Jesucristo Nuestro Señor, para la vida eterna.
Pueblo :
Amén.**

El celebrante rocía al pueblo con agua bendita.

SEGUNDA PARTE DE LAS LETANÍAS

(de rodillas)

Propítius esto, Parce nobis, Dómine.
Propítius esto, exáudi nos, Dómino.
Ab omni malo, líbera nos, Dómine
Ab omni peccato,
Ab ira tua,
Ab subitánea et improvisa morte,
Ab insídiis diáboli,
Ab ira, et ódio, et omni mala voluntátis,
A spíritu fornicatiónis,
A fúlgure et tempestáte,
A flagéllo terraemotus,
A peste, fame et bello,
A morte perpétua,
Per mystérium sanctae Incanátiónis Tuae,
Per Adventum Tuum,
Per Nativitátem Tuam,
Per Baptismum et sanctum Jejunium Tuum,
Per Crucem et Passiónem Tuam,
Per Mortem et Sepultúram Tuam,
Per Sanctam Resurrectiónem Tuam,
Per admirábiliem Ascensiónem Tuam,
Per advéntum Spíritus Sancti Parácliti,
In die Judícii,
Sednos propicio, perdonadnos Señor,
Sednos propicio, escuchadnos Señor,
De todo mal, Libradnos Señor,
De todo pecado,
De Vuestra ira,
De la muerte repentina,
De las asechanzas del demonio,
De la ira, del odio, y de toda mala voluntad,
Del espíritu de fornicación,
De los rallos y de la tempestad,
Del flagelo y de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de Vuestra Santa Encarnación,
Por Vuestro advenimiento,
Por Vuestro Nacimiento,
Por Vuestro Bautismo y Vuestro santo ayuno,
Por Vuestra Cruz y Vuestra Pasión,
Por Vuestra muerte y Vuestra Sepultura,
Por Vuestra Santa Resurrección,
Por Vuestra admirable Ascensión,
Por la Venida del Espíritu Santo Consolador,
En el día del juicio,

Pecatores, te rogámus, audi nos,
Ut nobis parcas,
Ut nobis indúlgencias,
Ut ad veram paeniténtiam nos perdúcere digneris,
Ut Ecclésiam tuan sanctan + regere et conserváre dígneris,
Ut omnes eclesiásticos órdines + in sancta religióne conseváre dignéris,
Ut operarios in messem team mittere dignéris.
Ut inimicos sanctae Ecclésiae + humiliáre digneris,
Ut régibus et princípibus christiánis + pacem et veram concórdiam dónare digneris,
Ut cuncto pópulo christiáno + pacem et unitátem largíri dignéris,
Un omnes errantes ad unitátem Ecclésiae revocáre + et infideles univérsos ad Evangélii lumen perdúcere dignéris,
Ut nosmetipsos in tuo sancto servitio + confortáte et conserváre dignéris,
Ut mentes nostras + ad coeléstia desidéria érigas,
Ut ómnibus benefactóribus nostris + sempitérna bona retríbuas,
Ut ánimas nostras, + fractum propinquórum et benefactórum nostrórum + ad aeterna damnatióne erípias,
Ut fructus térrea + dare et conserváre dignéris,
Ut ómnibus fidélibus defúntis + réquiem aetérnam donáre dignaris,
Ut nos axaudire dignéris,
Fili Dei,
 
 
Los pecadores, os rogamos oídnos,
Dignaos perdonadnos,
Dignaos dadnos gracia,
Dignaos conducirnos a una verdadera penitencia,
Dignaos conducir y conservar a Vuestra santa Iglesia,
Dignaos conservar en la Santa Iglesia, todas las órdenes de la Jerarquía eclesiástica,
Dignaos enviar obreros a Vuestra Santa mies, os rogamos oídnos,
Dignaos humillar a los enemigos de la Santa Iglesia
Dignaos dar a los reyes y príncipes cristianos la paz y la unidad,
Dignaos conceder a todas las naciones cristianas la paz y la unidad,
Dignaos llamar a la unidad de la Iglesia a todos los que están en el error y conducirlos a la luz del vangelio a todos los fieles,
Dignaos conservarnos y fortalecernos en Vuestro santo servicio,
Dignaos elevar nuestro espíritu y los deseos de nuestro corazón hacia los bienes celestes,
Dignaos recompensar a todos nuestros bienhechores y darles los bienes eternos,
Dignaos librar de la condenación eterna, nuestras almas, y la de nuestros hermanos, de nuestros padres y de nuestros bienhechores,
Dignaos darnos los frutos de la tierra y conservarlos,
Dignaos dar el descanso eterno a todos los fieles difuntos,
Os rogamos escucharnos,
Hijo de Dios,

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Parce nobis, Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Exaudi nos, Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Miserére nobis.
 
 
Cordero de Dios que quitáis los pecados del mundo, perdonadnos Señor.
Cordero de Dios que quitáis los pecados del mundo, escuchadnos Señor,
Cordero de Dios que quitáis los pecados del mundo, tened piedad de nosotros,

Christe, audi nos, (bis)
Christe, exáudi nos. (bis)
Cristo, oídnos,
Cristo, escudadnos.

MISA SOLEMNE DE LA VIGILIA PASCUAL

Esta misa canta la alegría de la Resurrección. A la entonación del «Gloria», repican las campanas, mudas desde el Jueves Santo.

Colecta

V/. Dóminus vobíscum.
R/. Et cum spíritu tuo.
Orémus. Oh Dios que iluminais esta sacratísima noche con la gloria de la Resurrección del Señor, conservad en los nuevos hijos de Vuestra familia el espíritu de adopción que les disteis, para que, renovados en alma y cuerpo, Os sirvan fielmente. Por el mismo Jesucristo, Vuestro Hijo, Nuestro Señor.
R/. Amén.

Epístola

Lectura de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Colosenses. (3, 1-4)
Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas que son de arriba, donde Cristo esta sentado a la diestra de Dios; saboread las cosas del cielo, no las de la tierra. Porque muertos estáis ya, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, que es vuestra vida, apareceréis también vosotros con El en la gloria.
R/. Demos gracias a Dios.

Concluida la epístola, entona el Celebrante el ALELUYA por tres veces, elevando gradualmente la voz y todos, cada vez, lo repiten del mismo tono.

Tracto

V/. Alabad al Señor, porque es bueno; porque es eterna Su misericordia. Alabad al Señor todas las gentes, alabadle todos los pueblos. V/. Porque ha confirmado sobre nosotros su misericordia, y la verdad del Señor permanece para siempre. (Salmo 117. 1; 116)

Evangelio

V/. Dóminus vobíscum.
R/. Et cum spíritu tuo.
V/. † Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthæum. (28, 1-7)
R/. Glória tibi, Dómine.
Avanzada ya la noche del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vino María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Al punto se sintió un gran terremoto, porque bajó del cielo un Ángel del Señor y, llegando, rodó la piedra y se sentó sobre ella. Su semblante brillaba como el relámpago, y era Su vestidura blanca como la nieve; de lo cual quedaron los guardias tan aterrados, que estaban como muertos. Mas el Angel dijo a las mujeres: «No temáis, que ya sé que buscáis a Jesús, que fue crucificado; no está aquí, porque resucitó, según predijo: venid y mirad el lugar en donde estaba sepultado el Señor. Y volved pronto y decid a Sus discípulos que ha resucitado; Él va delante de vosotros a Galilea: allí le veréis; ya os lo he predicho.»
R/. Gloria tibi Dómine.

Credo