Lunes de Pascua


Los Discipulos de Emmaus, O.D.M.

Introito

Os introdujo el Señor en una tierra que mana leche y miel, aleluya: para que la ley del Señor esté siempre en vuestra boca, aleluya, aleluya. — Salmo: Confesad al Señor, e invocad su nombre: anunciad entre las gentes sus obras. V. Gloria al Padre.

Colecta

Oh Dios, que con la solemnidad pascual diste remedios al mundo: suplicárnoste sigas favoreciendo a tu pueblo con tus celestiales dones; para que merezca conseguir la perfecta libertad, y avance hacia la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Epístola

Lección de los Hechos de los Apóstoles (X, 37-43).
En aquellos días, estando Pedro de pie en medio de la plebe, dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis lo que fué divulgado por toda la Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan, tocante a Jesús de Nazaret: cómo le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder; el cual pasó haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos, y en Jerusalén, al cual mataron colgándole de un madero. A éste resucitó Dios al tercer día, y le hizo manifestarse no a todo el pueblo, sino a los testigos predestinados por Dios; a nosotros, que comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó predicar al pueblo, y atestiguar que él es el que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él atestiguan todos los Profetas que, todos los que crean en él, recibirán por su nombre el perdón de los pecados.

Meditación

MISIÓN DE CRISTO Y DE LOS APÓSTOLES. — San Pedro dirigió este discurso al centurión Cornelio, y a los parientes y amigos de este gentil, que los había reunido en torno a sí para recibir al Apóstol que Dios le enviaba. Tratábase de disponer todo este auditorio para recibir el bautismo y para que llegase a ser las primicias de la gentilidad; porque hasta entonces el Evangelio no había sido anunciado más que a los judíos. Consideremos que San Pedro, y no otro Apóstol, es quien nos abre hoy, a nosotros gentiles, las puertas de la Iglesia, que el Hijo de Dios estableció sobre él como sobre roca inquebrantable. Por eso, este pasaje del libro de los Actos de los Apóstoles se lee hoy en la Basílica de San Pedro, cerca de su Confesión, y en presencia de los neófitos, que son otras tantas conquistas de la fe sobre los últimos seguidores de la idolatría pagana. Observemos asimismo el método que emplea el Apóstol para inculcar a Cornelio y a los de su casa la verdad del cristianismo. Comienza por hablarles de Jesucristo; recuerda los prodigios que han acompañado su misión; después, habiendo referido su muerte ignominiosa sobre la cruz, propone el hecho de la Resurrección del Hombre-Dios como la más alta garantía de la verdad de su carácter divino. A continuación viene la misión de los Apóstoles que es necesario aceptar, así como su testimonio tan solemne y desinteresado, ya que no les ha ocasionado más que persecuciones. Aquel, pues, que confiese al Hijo de Dios revestido de la carne, pasando por este mundo haciendo el bien, obrando toda suerte de prodigios, muriendo sobre la cruz, resucitado del sepulcro, y confiando a los hombres que él escogió la misión de continuar sobre la tierra el ministerio que él había comenzado; aquel que confiesa toda esta doctrina, está dispuesto a recibir en el bautismo la remisión de sus pecados; ésta fué la suerte feliz de Cornelio y de sus compañeros; tal ha sido la de nuestros neófitos.

Gradual

Este es el día que hizo el Señor: gocémonos y alegrémonos en él. V. Diga ahora Israel que es bueno: que su misericordia es eterna. Aleluya, aleluya. V. El ángel del Señor bajó del cielo; y acercándose, separó la piedra y se sentó sobre ella.

Secuencia

A la victima pascual alabanzas inmolen los cristianos.
El Cordero redimió a las ovejas: Cristo, inocente, reconcilió con el Padre a los pecadores.
La muerte y la vida lucharon en duelo sublime; muerto el Rey de la vida, reina vivo.
Dinos, tú, María: ¿qué viste en el camino?
El sepulcro de Cristo viviente: y la gloria vi del resurgente.
Los testigos angélicos, el sudario y los vestidos.
Resucitó Cristo, mi esperanza; precederá a los Suyos en Galilea.
Sabemos que Cristo ha resucitado realmente de entre los muertos; Tú, victorioso Rey, ten piedad de nosotros. Amén. Aleluya.

Evangelio

Continuación del santo Evangelio según San Lucas (24, 13-35).
En aquel tiempo iban dos discípulos el mismo día a una aldea, que estaba a sesenta estadios (8 km.) de Jerusalén, llamada Emaús. Y hablaban entre sí de todo lo que había sucedido. Y acaeció que, mientras conversaban y se preguntaban mutuamente, acercándose a ellos Jesús en persona, caminó con ellos: pero sus ojos estaban velados, para que no le conocieran. Y díjoles: ¿Qué habláis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Y respondiendo uno, llamado Cleofás, le dijo: ¿Tú sólo eres el peregrino en Jerusalén que no ha sabido lo ocurrido en ella estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué? Y dijeron ellos: Lo de Jesús Nazareno, que fué un varón profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo: y cómo le condenaron a muerte los sumos pontífices y nuestros príncipes, y le crucificaron. Mas nosotros esperábamos que él había de redimir a Israel: y ahora, sobre todo esto, hoy es el tercer día que ha sucedido esto. Aunque también unas mujeres de las nuestras nos han asustado, porque fueron al sepulcro antes del día, y sin encontrar su cuerpo, volvieron diciendo que habían visto una aparición de Angeles, los cuales dicen que él vive. Y fueron al sepulcro algunos de los nuestros: y hallaron como habían dicho las mujeres, pero a él no le encontraron. Entonces él les dijo: ¡Oh estultos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los Profetas! ¿No fué necesario que Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? Y, comenzando por Moisés y por todos los Profetas, les interpretó todas las Escrituras que hablaban de él. Y se acercaron a la aldea donde iban: y él fingió ir más lejos. Y le obligaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque anochece y ya se acaba el día. Y entró con ellos. Y sucedió que, mientras estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan y lo bendijo, y lo partió, y se lo alargó. Y se abrieron sus ojos, y le conocieron, y él se desvaneció ante sus ojos. Y se dijeron mutuamente: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, cuando nos hablaba en el camino, y nos declaraba las Escrituras? Y, levantándose luego, volvieron a Jerusalén: y encontraron reunidos a los doce y a los que estaban con ellos, diciendo: El Señor ha resucitado verdaderamente, y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron también lo que les había pasado en el camino: y cómo le conocieron en la fracción del pan.

Comunión

Resucitó el Señor y se apareció a Pedro. Aleluya.

Poscomunión

Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad: para que, a los que has saciado con los sacramentos pascuales, los unifiques con tu piedad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(TIEMPO PASCUAL – Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger, LUNES DE PASCUA)